La pérdida de fiabilidad de los medios públicos y el aumento de la desinformación
En medio de las fuertes caídas de credibilidad que experimentaban una buena parte de periódicos, emisoras y cadenas de televisión a lo largo del planeta, los servicios públicos parecían mantenerse como baluartes del buen periodismo contra la desinformación. Sin embargo, en tan solo cinco años, el nivel de confianza de marcas anteriormente vinculadas con una excelente labor comunicativa como la mítica BBC ha disminuido notablemente. La razón se debe, en parte, a la difusa línea existente entre dichos entes y los partidos en el poder. De hecho, en países como Italia, España o Grecia ni siquiera el 15% de sus ciudadanos piensa que los medios informativos están libres de tendencias políticas. Esto ha motivado a la población a acudir a la Red en búsqueda de una segunda opinión; una demanda informativa que no ha tardado en ser utilizada por ciertos sectores como una oportunidad de negocio -no siempre con las mejores intenciones-.Las noticias falsas se están convirtiendo rápidamente en una industria propia, con personas pagadas para escribir historias sensacionalistas y con titulares cebo donde se presenta bien contenido sesgado o no contrastado como un hecho, bien información intencionalmente falsa. Las redes sociales, curiosamente usadas en más de una ocasión por los consumidores para verificar la veracidad de los artículos y reportajes online, contribuyen a su rápida difusión. Solo en la Unión Europea, cerca del 30% de la población afirma estar expuesto a menudo o muy a menudo a las fakes news y la desinformación; un porcentaje que supera el 60% si se incluye a aquellos que aseguran cruzarse con alguna de vez en cuando. Ante estas cifras, no sorprende que la preocupación global ante la posible utilización de estas noticias como arma haya alcanzado un máximo histórico, aumentando en cuatro puntos solo en el último año.